martes, 11 de agosto de 2015

(re) descubrir.



Cerrar los ojos y respirar. Ese sea, seguramente, el único remedio que pueda calmarte cuando tu mundo se pone del revés

Cerrar los ojos, respirar y confiar. Serán de los pocos actos que puedas autoanalizarte cuando todo tu yo se haya convertido en un absoluto desconocido, cuando no sepas como analizar cada parte nueva de ese nuevo tú…aunque si  aún conservas un mínimo de criterio serás capaz de reconocerte que cada una de esas partes se han auto liberado, han sido capaces de romper un encadenamiento forzoso que tú y solo tú propiciaste. Y en el fondo sin reconocer, reconoces el por qué no puedes razonar sobre ellas. Y es que las temes, el desarrollo de cada uno de los fragmentos escondidos de tu alma te hace entrar en pánico, paraliza todas tus funciones racionales, te obliga a no pensar. Y es que, si te recreas en cada una de esas piezas podrás recordar que ya estuvieron ahí antes, y durante mucho tiempo anduvieron resquebrajadas, quebrándote por dentro, sin  embargo ahora parecen diferentes, más maduras, con más brillo, menos frágiles…

Piel erizada, escalofríos, sensación de vuelo continua. Podría ser fácil acostumbrarse a vivir en una nube, y sonríes pero de repente todo se nubla ¿Cuánto tardará en llegar el invierno? No un invierno de mantita, siesta, película y chocolate; si no el invierno de soledad, de personas sin hogar demandando cualquier habitáculo en el que sentirse seguro, de nevadas que congelan el piso obligándote a permanecer encerrado; y te das cuenta de que eres capaz de analizar pero solo aquello que puede provocarte dolor, lo cual es una estrategia extraordinaria para huir en base a una excusa absurda.

Reír,que te falte la respiración a consta de una carcajada continua. La sensación más placentera que puedes encontrar cuando estás en caos. Y de repente tu capacidad racional se clarifica, parece que no tienes nada que entender. La segregación de endorfinas te provoca tal bienestar que no concibes que pueda existir algún mal en ello. Y te aflora el pensamiento más sensato que hayas podido tener a lo largo de tantos y extensos meses de hibernación:

Somos creadores del cómo, no del qué.

Y ahí está la clave. Crees que te conoces pero solo has arañado las primeras capas de tu yo interior, el continuo procesamiento mental al que sometes cada situación no te ha dejado (re) descubrir tus nuevos accesorios.

Cierras lo ojos, (te) sonríes, respiras y afrontas que el destino tiene cartas que el resto de barajas aún desconocen.

A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.” Jean de la Fountaine.


**El Progreso Americano. 1872. John Gast. 

jueves, 18 de diciembre de 2014

De dolores infinitos.

Y llegó el momento, el del lápiz y el papel, el de quedarse a oscuras, a solas con tu conciencia y tus “musos” masculinos. Un instante de media paz, el par de horas de reflexión tras una sucesión de indeseables albas.

Y reflexionas sobre tus crónicas, sobre el sentido de la existencia; y te afirmas a ti mismo que no es cierto que la vida se mida por los momentos que te quedas sin aliento; más bien por los momentos de quietud y conciliación de tu alma, en los que tu cabeza no piensa pues está en un momento de total concordia.

Que para ti la vida  es ese momento en el que no puedes parar de sonreír porque te ha tocado un ángel mientras estabas en la más densa calígine, el conjunto de minutos en los que suena “Sweet Child o`Mine”…

Que todo cobra sentido cuando alguien te pone el vello de punta, la piel de gallina y la mente en forma da “Tabula Rasa”; cuando un insondable suspiro se atribuye a la mirada y la sonrisa de más de un nombre propio…¡¡que contradicción que algo insondable tenga atribución!! Y esa es otra de las maravillas por las que quieres seguir respirando, por tus contradicciones, por el no rotundo que finalmente es un sí que conlleva un  “ojalá ”. Por el quiero y no puedo, pero al final no lo pienso y lo ejecuto como el más insensato de los planes.

Y  se sosiega tu respiración, se adormecen tus extremidades, pero ésta vez no es de miedo, aunque sabes que vas a arriesgar…Es amor, por la vida, por ti mism@, por el miedo. Un amor que te permite arriesgarte, que te otorga la oportunidad de volver a fracasar, porque al fin y al cabo ese fracaso no volverá a romperte tanto como el anterior, porque nada ni nadie podrá suscitarte tanta congoja y aflicción, y aunque así fuese… siempre podrás volver a la hora del lápiz y el papel.

Y siempre habrá lágrimas no tan eternas.

Y siempre habrá abrazos en los que refugiarse.

Y siempre habrá trenes en los que desaparecer.

Y siempre habrá momentos para volver a empezar.

Porque nadie tiene la culpa del daño que una situación o ser egoísta pudo provocarte.


Porque existen las segundas, terceras, cuartas y quintas oportunidades contigo mismo.

Y quizás si hay miedo, pero el ser humano es muy insensato.

**Cuadro: El grito. Munch.

El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.  Aldous Huxley.
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viernes, 5 de diciembre de 2014

Eternidad y recuerdos.

Uno de las mayores virtudes del ser humano es la eternidad de los recuerdos. Son la energía de nuestra alma, y como energía no puede destruirse, sino transformarse y, gracias a las maravillas provocadas por nuestra complejidad cerebral, esconderse entre pequeños recovecos, construidos con todo detalle para ocultar las rosas negras de nuestro jardín imaginario.

Escondemos todo aquello que no nos agrada: escondemos nuestros defectos físicos, escondemos los defectos psíquicos que sacan de quicio a quién nos quiere y, como no podría ser de otra manera, escondemos los recuerdos que por un tiempo nos convirtieron en almas  errantes.

Pues bien, a veces los muros se quiebran, los míos se han destruido, de tal magnitud ha sido la catástrofe que se podría haber declarado un estado de alarma…La memoria es traicionera, escuche hace algunos años.

En todo desastre natural la primera reacción es la incredulidad, seguida de la rabia y el “porque a mí”

¿Por qué ahora que lo había olvidado todo?
¿Por qué ahora que lo tengo superado?
¿Por qué recuerdo algo no fue nada?

Pues quizás por eso, porque los recuerdos no se olvidan, porque las nadas no existen, todo en su justo momento significa algo; porque nadie decide cuando tiene superado algo, sino que el destino decide cuando sucede…y sucede cuando menos te lo esperas, sucede cuanto toda tu vida está en orden y perfectamente planificada, sucede cuando disfrutas de cada instante del día; sucede, al fin y al cabo, cuando menos te lo esperas, cuando estás distraído y crees que tu destino te pertenece…

Porque para superar algo hemos de estar en paz con nosotros mismos.


Y hoy lo puedo decir...estoy en paz conmigo y contigo; te perdono, y lo más importante: me perdono, porque si el recuerdo es una virtud, el perdón es la prueba más verídica de humanidad.

Cuando estás en paz, todas tus facetas renacen. 

"Los recuerdos verdaderos parecían fantasmas, mientras los falsos eran tan convincentes que sustituían a la realidad" 
Gabriel García Marquez. Estraños Peregrinos.

**Cuadro: El nacimiento de Venus. Botticelli.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Acepción de eternidad.

Existe una gran diversidad de formas de concebir la eternidad: puede entenderse como una innumerable cantidad de instantes fotográficos que han sido capturados por nuestras excelentes conexiones neuronales. La finalidad también puede ser variada: nos encontraremos con instantes eternos que solo nos revocan al dolor y la nostalgia; al mismo tiempo nos toparemos con imágenes cálidas y amenas que nos hacen retroceder hacia tiempos en lo que todo eran sonrisas.

Todas las capturas de vida guardadas en nuestra memoria han de ser entendidas en pro de un objetivo común: crecer…

Que nuestra felicidad crezca al recordar que hubo tiempos pasados en los que con menos vivíamos mucho más. 
Que crezcan las sonrisas de satisfacción al corroborar la maravillosa evolución de nuestra persona.
Que crezcan nuestras metas y aspiraciones, pues nuestros sueños aún están esperando a hacerse realidad, agazapados en un rincón, aguantando nuestro desprecio al creerlos imposibles. 
Que crezca nuestra superación al recordad que, a pesar del dolor provocado por terceros, hemos seguido de pie. 
Que crezca nuestra capacidad de perdón, porque si perdonar es signo de madurez, pocas cosas pueden haber más maduras que perdonarnos a nosotros mismos…perdonarnos por el error que cometimos con aquella persona (varias veces, con premeditación la mayoría de ellas), perdonarnos por automenospreciarnos, perdonarnos por pagar con personas buenas el daño producido por gente inmadura (Porque el dolor no lo provocan las personas malas, sino las inmaduras, las que aún no saben comprometerse y disfrutar consigo mismas).
Que crezcan nuestra dicha y nuestras lágrimas de felicidad al comprobar que hemos crecido.

Porque si la eternidad es concebida así, quiero que todos los instantes de mi vida sean eternos.


Seamos eternos.



"El alma noble nunca muere, más allá de su eternidad brillarán sus huellas."
Pedro Pantoja Santiago

**El rapto de Proserpina. Bernini

domingo, 26 de octubre de 2014

Despertar y búsqueda.

Debemos reconocer que existe un poder oculto en la desolación de perdernos.

Cuando nos vemos inundados por una imparable aflicción, por la ruptura de un voluminoso conjunto de músculos, por la melancolía de un tiempo pasado que para nada fue mejor…nos convertimos en caminantes descerebrados.

En medio de tal agónica penumbra, surge la urgente necesidad de reencontrarnos con nosotros mismos, de rehacer al anterior yo…Y, cuando nuestra propia oscuridad nos da micro segundos de tregua, luchamos desesperadamente contra los cinco sentidos, para recordar la anterior sensatez.

Lo mejor que nos puede pasar en esa búsqueda del yo es perder la brújula.
¿Por qué debemos volver a un estado anterior? ¿Por qué buscar algo que no funcionó y nos permitió flaquear? ¿No sería más sensato reconstruir, incluso deconstruir, nuestro yo?

La esencia del yo anterior permanecerá expectante, puesto que al perdernos tenemos la oportunidad de mejorarnos. Tenemos el poder de perfeccionarnos, una segunda oportunidad para descubrir facetas magnificas que estaban germinando, metas altas para cumplir sueños que ya no parecen tan imposibles, sonrisas que iluminan mansiones...

Así que te doy las gracias, te agradezco que me hicieras perderme por completo, te agradezco que plantases la semilla de mi nuevo yo, te agradezco que me permitieses desintoxicarme de ti para poder hacerme adicta a la compañía de seres humanos maravillosos.

No te agradezco el dolor punzante y continuo de mil agujas, pero si te agradezco que te fueses, que permitieses que me creciera, porque yo soy muy grande y tú te hubieses quedado demasiado pequeño.


Gracias, con un corazón más grande y dichoso del que dejaste. 

"Al final resultó que no es la vida la que me quedaba grande, fuiste tú, tu amor, el que me quedó pequeño" Monica Carrillo.

**Cuadro: Las primavera. Boticelli.

martes, 16 de septiembre de 2014

Transición.

Era un atardecer de transición, con más de otoño que de verano, una jornada de bochorno que concluye con oscuros nubarrones y enérgico viento.

-Deberíamos aprender del otoño-reflexionó.

Podría decirse que el otoño es la estación inteligente…El invierno congela nuestros cuerpos, deja inmóviles nuestras funciones; la primavera nos enferma con sus alergias y mariposas; el verano nos vuelve locos, nos invita a desinhibirnos, a hacer locuras. Pero el otoño es reflexivo.

-Yo adoro el otoño- se autoafirmó.

La temporada otoñal es sabia: con su lluvia, que purifica el ambiente y nos aleja de una sequía mortal; con su vegetación, cambiando de “fachada”, deseando que la siguiente sea más atractiva y segura; con sus cada vez más tempranas y poco templadas noches, que invitan a arroparse, a enroscarse.


¡Cuánto que aprender de la naturaleza!


**Cuadro de José Camarón de Bonanat, titulado "Una romería" o "El bolero", pintado hacia 1785.

“Considerando en frío, imparcialmente, que el hombre es triste, tose, y sin embargo se complace en su pecho colorado” (César Vallejo)


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Falsa necesidad de amor.

Y es que la vida no ha debido hacerse para seguir patrones de un falso amor romántico que sólo busca perpetuar el sistema, o quizás algunas personas no hemos nacido dispuestas a seguir tales convicciones.


Me explico…

Siendo ya infantes nos han bombardeado con películas de Disney, en las que la mujer no es absolutamente nada en la vida hasta que no encuentra a su príncipe azul, en las que el hombre solo tiene como misión en la vida cuidar de su mujer; atención a esas palabras “cuidar de su mujer”: el sexo femenino como un pequeño ser incapaz de defenderse, incapaz de ser independiente, con la etiqueta de ser “la mujer de alguien”.

En la adolescencia y primera juventud, Hollywood y diversos canales de series, nos han mostrado el amor como una obligación, disparando películas en las que siempre debía existir una trama romántica entre los protagonistas. Taquillazos en los que una de las partes se comporta terriblemente mal con su pareja, para después… ¡Sorpresa! cambiar radicalmente, y pasar a ser tan buena persona que la otra parte no tenga más remedio que sucumbir a su perdón (y sus encantos, no olvidemos la belleza de los actores de taquillazos.)

Nos han hecho interiorizar la idea del amor, como algo necesario y obligatorio. Quienes deciden no emparejarse por necesidad, sino por verdadera vibración del alma, no tienen cabida dentro de los grupos sociales.

Vuelvo a explicarme…

Cuando una persona, decide permanecer soltera por un largo tiempo, ya sea por experiencias traumáticas o simplemente por no estar dispuesta a emparejarse por costumbre, ve su vida social notablemente reducida, pues el mundo que nos rodea está pensado para que nazca la necesidad de tener pareja y así perpetuar tradiciones: el cine en pareja, el teatro en pareja, las cenas en pareja, los conciertos en pareja, las bodas a las que se debe acudir con pareja… Todo a nuestro alrededor nos hace creer que estamos incompletos; y cuanto más mayor seas, más incompleto te sentirás.

Al final nos sentimos mal con nosotros mismos, llegamos a creernos que padecemos una tara, que estamos incompletos…

Y es que, lo siento, pero no existe la media naranja, no puedes enamorarte de verdad, no puede vibrarte el alma, no puedes sentir una espiritualidad extra con otra persona, sin estar en paz contigo mismo, sin casar todas las partes que te componen, sin conocer cada una de tus particularidades. Cada uno de nosotros está compuesto por varios trocitos de naranja: cada uno de nuestros miedos, nuestras ilusiones y manías, cada pequeña parte de nuestro ser forma un cítrico. Nosotros mismos somos nuestra media naranja; y cuando nos sintamos completos, felices y capaces por nosotros mismos, sólo entonces estaremos en condiciones de encontrar a esa otra personalidad que nos enamore, que nos haga levitar de amor, que nos revoluciones las entrañas.

Creo en el amor, pero no en ese amor romántico impuesto por la sociedad, en el que la pareja debe tener los mismos gustos, apariencia, nivel económico y opiniones. No creo en el amor de cuento, en el que alguna de las partes deja de lado sus sueños por seguir al otro (algo que con los años, se acaba echando en cara.)No creo en el amor obsesivo y celoso. No creo en un amor basado en el que dirán (es una pena pero ¿Cuántas parejas hay que, por sus diferencias sociales o económicas, no son capaces de estar juntas?) No creo en las parejas que siguen juntas por necesidad, por comodidad de tener un plan de fin de semana asegurado, por miedo de buscar nuevas redes o , perdonen mi indiscreción, por tener tres polvos asegurados.

Creo en un amor real, en el que dos personas se llamen la atención, en el que dos personalidades, opuestas o no, choquen y la vez se complementen, un amor en el que cada una de las partes pueda enseñar algo de valor a la otra, un amor basado en la comunicación, en el que el respeto y la confianza sean la base para que cada uno cumpla sus sueños, un amor en el que importe la esencia de la persona, y no de donde se provenga. Un amor, en el que la seguridad de ambas partes sea tal, que no se salga herido del mismo.
Creo en el amor, pero también en la capacidad y libertad de la persona para estar sola, para tener un plan de vida independiente e igualmente lícito y feliz

No decidáis tener pareja por obligación social, no permanezcáis en una relación por costumbre o miedo a estar solos.

Y, a quienes tienen pareja, dejad que cada uno elija cuando quiere o no estar con alguien, e intentad desterrar de vuestro vocabulario aquellas expresiones en las que se ataque, o se vea como bichos raros y solitarios a quienes deciden permanecer solos.


Que el amor, sea expresión de la bondad y filantropía humana, y no un mero trámite para perpetuar un sistema y callar el qué dirán.7

** Cuadro: The first Kiss. William Adolphe Bouguereau (1825 - 1905)