sábado, 15 de marzo de 2014

Sucesión de amaneceres.


El sol, era su amigo fiel en secreto, no le permitía refugiarse en sus sombras, en la torrentosa oscuridad salada en la que cada noche se dormía.
El sol le pedía a gritos afrontar los amaneceres, aun sabiendo que era odiado dejaba claro que él no iba a parar el mundo porque unos cuantos corazones se hubiesen roto. El sol sabía mejor que nadie que todo lo que se rompe puede volver a componerse, lo había comprobado en sus rayos, cuando la luna los desplazaba al atardecer, lo comprobaba también en los amaneceres, cuando la gente le maldecía por aparecer y solo querían continuar en su perezosa inconsciencia.
Cada mañana ofrecía a los corazones rotos una nueva oportunidad para recomponerse y comerse el mundo, por las noches los dejaba pensar, y por la mañana les observaba decidir; él era testigo de las malas decisiones de ella, de su incapacidad para afrontar los días con esperanza; sin embargo no se enfadaba ni se decepcionada, él tenia todo el tiempo del mundo para esperar, tenía toda la fuerza de sus rayos para iluminar las mañanas.El día que ella decida recomponerse, el sol mostrará una luz muy clara, una luz picante, el típico “sol de agua” que en algún momento del día llorará de alegría, puesto que un alma más lo acompaña para mover ese lugar cargado de almas solitarias y errantes llamado mundo.

Cuadro:  “Frontispicio para Europa”, de 1794, es un grabado en relieve, pluma y acuarela, pintado por William Blake .

"No hay recuero que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe"
 Miguel de Cervantes.

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