miércoles, 21 de mayo de 2014

A ciegas.


¾ No encuentro el interruptor de la luz; ¿No estaba aquí, a mi derecha?
¾  Puede que anteriormente estuviese a tu derecha, sin embargo ya no lo encontrarás en ninguna de las direcciones; solo la pieza de plástico que recubre su vacío.
¾   Entonces ¿Se ha estropeado? ¿Cuándo lo arreglan?
¾   No se ha estropeado, y no tengo la intención de arreglarlo.
¾ No entiendo lo que insinúas, Sue, tus palabas son muy abstractas.
¾  No quiero ningún interruptor, por el simple hecho de que no quiero luz, al menos no de la artificial; quiero luz natural, esa que emana de los ojos de los enamorados, de las madres primerizas. La luz que anuncia el comienzo de un nuevo día, de una nueva oportunidad para poner en marcha las acciones que ayer no fuiste capaz de realizar.
¾  ¿Qué harás cuando caiga la noche?
¾  Cuando caiga la noche reflexionaré; el día tiene las suficientes horas de luz para mostrarse activo, para no pensar y dejarse llevar. Sin embargo la noche…la noche es simplemente maravillosa; acompañada de esa oscuridad, a la que iluminan tímidamente las estrellas; acompañada por el frío, que hace que te encojas, que tirites, que te abraces. Creo que la noche esconde maravillosos rincones en los que perderse y reflexionar
¾  Sigo sin comprender tus palabras ¿Qué intentas decirme?
¾  Intento decirte que si en tú interior albergas melancolía, tristeza, dolor, rencor… estás a oscuras, tu alma están en la más absoluta de las tinieblas. Y ahí no hay luz artificial que valga, pues los aportes de luz falsos, ya sean en forma de botella de whisky, de hombre atractivo o de un premio de lotería, no van a calmar tu ansiedad, tus ansias de llanto. La luz que verdaderamente te haga despertar por las mañanas con un salto hacia tus metas, solo puede salir de uno mismo, de su interior, de su oscuridad. A oscuras puedes hacer frente a tus miedos, a los recuerdos con forma de sombra que se ciñen sobre tu autodeterminación. Sombra con sombra, oscuridad con oscuridad, forman un espacio más idóneo para escapar de falso yo.
¾  A buen  entendedor las palabras sobran.

“Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero cuando, además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad.”  Mario Benedetti; La Tregua.
**Cuadro de Vladimir Kush: Isla del Tesoro.

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