martes, 16 de septiembre de 2014

Transición.

Era un atardecer de transición, con más de otoño que de verano, una jornada de bochorno que concluye con oscuros nubarrones y enérgico viento.

-Deberíamos aprender del otoño-reflexionó.

Podría decirse que el otoño es la estación inteligente…El invierno congela nuestros cuerpos, deja inmóviles nuestras funciones; la primavera nos enferma con sus alergias y mariposas; el verano nos vuelve locos, nos invita a desinhibirnos, a hacer locuras. Pero el otoño es reflexivo.

-Yo adoro el otoño- se autoafirmó.

La temporada otoñal es sabia: con su lluvia, que purifica el ambiente y nos aleja de una sequía mortal; con su vegetación, cambiando de “fachada”, deseando que la siguiente sea más atractiva y segura; con sus cada vez más tempranas y poco templadas noches, que invitan a arroparse, a enroscarse.


¡Cuánto que aprender de la naturaleza!


**Cuadro de José Camarón de Bonanat, titulado "Una romería" o "El bolero", pintado hacia 1785.

“Considerando en frío, imparcialmente, que el hombre es triste, tose, y sin embargo se complace en su pecho colorado” (César Vallejo)


No hay comentarios:

Publicar un comentario