domingo, 26 de octubre de 2014

Despertar y búsqueda.

Debemos reconocer que existe un poder oculto en la desolación de perdernos.

Cuando nos vemos inundados por una imparable aflicción, por la ruptura de un voluminoso conjunto de músculos, por la melancolía de un tiempo pasado que para nada fue mejor…nos convertimos en caminantes descerebrados.

En medio de tal agónica penumbra, surge la urgente necesidad de reencontrarnos con nosotros mismos, de rehacer al anterior yo…Y, cuando nuestra propia oscuridad nos da micro segundos de tregua, luchamos desesperadamente contra los cinco sentidos, para recordar la anterior sensatez.

Lo mejor que nos puede pasar en esa búsqueda del yo es perder la brújula.
¿Por qué debemos volver a un estado anterior? ¿Por qué buscar algo que no funcionó y nos permitió flaquear? ¿No sería más sensato reconstruir, incluso deconstruir, nuestro yo?

La esencia del yo anterior permanecerá expectante, puesto que al perdernos tenemos la oportunidad de mejorarnos. Tenemos el poder de perfeccionarnos, una segunda oportunidad para descubrir facetas magnificas que estaban germinando, metas altas para cumplir sueños que ya no parecen tan imposibles, sonrisas que iluminan mansiones...

Así que te doy las gracias, te agradezco que me hicieras perderme por completo, te agradezco que plantases la semilla de mi nuevo yo, te agradezco que me permitieses desintoxicarme de ti para poder hacerme adicta a la compañía de seres humanos maravillosos.

No te agradezco el dolor punzante y continuo de mil agujas, pero si te agradezco que te fueses, que permitieses que me creciera, porque yo soy muy grande y tú te hubieses quedado demasiado pequeño.


Gracias, con un corazón más grande y dichoso del que dejaste. 

"Al final resultó que no es la vida la que me quedaba grande, fuiste tú, tu amor, el que me quedó pequeño" Monica Carrillo.

**Cuadro: Las primavera. Boticelli.